Nunca he sido una persona espiritual y suelo ser cínico sobre las cosas de la devoción pero un amigo, al notar que estaba desilusionado con mi vida, me recomendó en 2017 un libro de Pema Chödrön, una profesora famosa de budismo Shambhala. El libro se convirtió en un alivio en una etapa difícil al animarme a ver mis pensamientos y emociones como transitorios y a aceptar la incertidumbre de las cosas.
Después terminé en Francia, a primeros de 2018, con tres semanas sin nada que hacer. Volví a retomar el libro de Pema y me pregunté si había algún sitio cerca donde pudiera aprender más sobre sus ideas y sobre meditación. Eso me condujo a Dechen Chöling.
Me apunté al programa de «Meditación en acción» durante tres semanas. Cuando llegué encontré una comunidad viviente de gente diversa del mundo entero: algunos llevaban 20 años o más en Dechen Chöling y otros acababan de comenzar su propia senda. Todos me hicieron sentir bienvenido e incluso me sentí más bienvenido el segundo día cuando bajó la temperatura y empezó a nevar (para los australianos, criados en un pedazo de roca al sol abrasador, la nieve es básicamente mágica).
Como «MEA» ayudé a cocinar, limpiar y ocuparme del jardín y me animaron a participar en la práctica de meditación. Me pusieron un instructor de meditación pero sin presionar ni establecer objetivos. Habida cuenta que carecía de experiencia previa en la meditación y que sorprendentemente me pareció un desafío (soltar los pensamientos tiene truco cuando te has pasado la vida construyendo todo tu ser alrededor de ellos), ser capaz de ir a mi propio ritmo era importante.
Vivir, ayudar y practicar en Dechen Chöling me recuerda la importancia de la comunidad y me ha mostrado cómo puedo usar la meditación para crear una conexión más profunda con el mundo. Hay mucho humor, amabilidad, amor y honradez aquí, y es real y se entrega con total libertad, como nunca en mi vida.
Guy, Australia, 41